domingo, 21 de febrero de 2010

Fuera de nuestras fronteras


Encontré esta pagina mexicana donde podemos ver distintas noticias, comentarios legislación y otros aspectos relevantes de materia agraria y de interés para los productores, lo cual me pareció muy interesante y útil. http://www.inforural.com.mx

Entre todo lo que vi me llamo la atención esta noticia, donde el autor indica la necesidad de una reforma a la normativa agraria vigente en México, la denuncia de la pobreza que se da en las áreas rurales del país y la oposición al ejido,que en México son tierras dadas para la explotación común de las mismas, que en la actualidad están pasando a manos de particulares. Ante esto el ejido es una figura muy particular que resulta interesante en su estudio y ajeno a lo que vemos en nuestro sistema agrario por lo que me parecio interesante compartirlo.

Tenencia de la tierra y pobreza
Por: Isaac Katz. El Economista

“Lo sucedido en Hidalgo resalta la urgencia de una nueva legislación agraria”

Los problemas que ha tenido el gobierno de Hidalgo para adquirir los terrenos ejidales en los cuales se situaría la nueva refinería, como en su momento fue el intento de construir el aeropuerto en Atenco y lo es el caso de la presa La Parota, son una pequeña muestra del desastre que es la tenencia de la tierra en México, así como la ineficiente legislación agraria. La reforma agraria de reparto de tierras iniciada en 1915 por Álvaro Obregón, que alcanzó la cúspide durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, pero que siguió hasta que Miguel de la Madrid indicó que este proceso había terminado porque ya no había más tierras que repartir, se guió por una filosofía comunista de propiedad en la forma del ejido y esto, junto con la atomización de la tierra en la forma del minifundio, es sin duda el principal determinante de la ineficiencia que caracteriza a gran parte de la agricultura mexicana y explica, en gran medida, la notoriamente baja productividad de la tierra en México y de la altísima incidencia de pobreza entre la población rural.

La adopción del ejido como la principal forma de tenencia de la tierra fue, sin duda, una de las peores decisiones de política pública que se haya tomado en la historia de México y condenó a la población rural a una situación de pobreza permanente, no importa cuántos recursos públicos se le transfieran a través de los diferentes programas gubernamentales administrados por las diversas secretarías de Estado y otras dependencias del sector público. El ejido, como otros muchos ejemplos de colectivización de la producción en los países de Europa oriental bajo la hegemonía soviética o los casos actuales de Cuba, Corea del Norte o más recientemente Venezuela, son ejemplos de que este sistema de propiedad y de organización de la producción es, por su propia naturaleza de decisión centralizada de asignación de los medios de producción, uno que es notoriamente ineficiente. Y esta ineficiencia se agrava todavía más cuando, como ha sido el caso del ejido en México bajo el esquema corporativista del sistema político mexicano, más que un sistema de producción se le ve como una fuente de apoyo político a cambio de ciertas prebendas económicas y políticas para los líderes agrarios, todo ello a costa de mantener a los agricultores sumidos en la pobreza.

En reconocimiento del desastre que había sido el ejido, la reforma al Artículo 27 constitucional en 1992 buscó darle a los propios ejidatarios la facultad para decidir qué hacer con sus tierras, fuese transformarlas en propiedad privada y venderla, arrendarla o adoptar un sistema de asociacionismo. Esta reforma, sin embargo, no ha dado los resultados deseados de tener una mayor productividad agrícola y una menor incidencia de pobreza rural porque la ley reglamentaria de este Artículo de la Constitución, la Ley de la Reforma Agraria, es notoriamente ineficiente; es un perfecto ejemplo de por qué André Breton indicó que México era el ejemplo perfecto del surrealismo.

Lo sucedido en Hidalgo es un aviso de la urgencia de una nueva legislación agraria, una que basada en la propiedad privada genere los incentivos adecuados para sacar a la población rural de la pobreza.

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